Hace diez años, Ford Mustang 2008 fue lanzado con asientos hechos de espuma a base de soya. Actualmente, de acuerdo con la Universidad Estatal de Carolina del Norte, la espuma de soya ha evitado que la atmósfera sea contaminada por más de 103.42 kg de CO2; equivalente al que sería consumido por cuatro millones de árboles por año.
A partir de la producción de Mustang en 2007, Ford ha utilizado espuma de soya, reemplazando la espuma tradicional a base de petróleo, la cual utilizan la mayoría de las industrias. Desde el año 2000, Ford se ha comprometido a investigar y a probar alternativas renovables basadas en plantas.
«La incorporación de materiales renovables en piezas de automóviles, que va desde nuestros laboratorios hasta nuestros proveedores, requiere mucho trabajo, pero estamos convencidos que es lo que hay que hacer», mencionó el presidente ejecutivo, Bill Ford. «En Ford, estamos comprometidos en reducir el impacto en el medio ambiente, y utilizando materiales sustentables en nuestros vehículos, es una de las maneras en que lo estamos haciendo».
A partir del 2011, todos los vehículos Ford fabricados en Norteamérica utilizan espuma de soya en los cojines de los asientos, respaldos y cabeceras. Es así como se cumple con los estrictos requisitos de la compañía como una solución renovable y no compromete la durabilidad, ni su rendimiento. En la última década, se han producido aproximadamente 18,5 millones de vehículos con espuma de soya, es decir, es decir se han utilizado más de 578 mil millones de granos de soya.
Debbie Mielewski, responsable técnica senior por parte de Ford, ha sido responsable desde un inicio de este esfuerzo de trabajar con materiales sostenibles, a pesar de que no ha sido fácil convencer a los proveedores en realizar ensayos de moldeo; especialmente cuando los precios del petróleo estaban disponibles a un bajo costo.
En el Consejo Unido de Soya (United Soybean Board) – un grupo que supervisa las inversiones en innovaciones de soya en Estados Unidos – ha jugado un papel integral en el financiamiento de los ensayos iniciales, los cuales, desde un inicio, a pesar de los obstáculos, han sido apoyados por Bill Ford
«Es posible que nunca hubiéramos incursionado con espuma de soya en el mercado, si Bill Ford no hubiera estado a la cabeza del proyecto», dijo Mielewski. «Ha sido un proyecto que solo podría avanzar gracias a un visionario y un ecologista que como él que fuera el “piloto” del proyecto».
En 2008, cuando los precios del petróleo se dispararon, el valor de la espuma de soya resultó evidente: no solo reemplazar el poliol derivado del petróleo con la soya era beneficioso para el medioambiente, sino que también ahorraría recursos a la empresa.
Ford ha trabajado incansablemente con otros sectores para ayudarlos a formular espumas que cumplieran con sus requisitos específicos, como agricultura, muebles y artículos para el hogar, dándoles la oportunidad de incorporarla a sus productos, y ampliar aún más los beneficios hacia el medioambiente.
«Sabíamos que utilizar materiales orgánicos en un automóvil de rendimiento como Mustang podría ser recibido con mucho escepticismo», dijo Mielewski. «Pero también sabíamos que, si lo lográbamos, la espuma que creamos podría, con el tiempo, tener un impacto positivo».
Después del éxito de la espuma de soya, Ford comenzó a desarrollar otros materiales renovables para reforzar los plásticos en vehículos, incluyendo paja de trigo, cáscaras de arroz, fibras de celulosa de árboles cultivados de forma sustentable, fibras de coco y kenaf. El equipo de investigación en materiales sustentables, está trabajando actualmente en aproximadamente otros 20 materiales sustentables y poco comunes para autopartes como: cáscaras de jitomate, fibra de agave (tequila), moneda reciclada de los Estados Unidos, dientes de león y algas, por nombrar algunos. Asimismo, la empresa ha seguido trabajando con el Consejo Unido de Soya (United Soybean Board) en el desarrollo de materiales a base de soya para componentes de goma como neumáticos y empaques.
«La espuma de soya ha sido un importante primer paso, pero todavía tenemos mucho trabajo por hacer», dijo Mielewski. «Hay muchas más oportunidades que surgen para reducir nuestro impacto ambiental, y con los recursos cada vez más restringidos, se vuelve más importante que los exploremos».