¡Contaminación everywhere!
Por Fernando Famania G.
Y así, de la nada, que nos cae una contingencia ambiental que nos hizo tallarnos los ojitos a más de uno. Qué tan altos estarían los niveles de smog en la ciudad, que el gobierno tuvo que implementar un plan contundente para mejorar la calidad del aire. En los más de 20 años que tiene el programa “hoy no circula”, no recuerdo haber vivido una emergencia como esta.
Pero sí recuerdo que, cuando inició este programa, mucha gente no estaba contenta con que le impidieran moverse con libertad por la ciudad. Digo, es nuestro derecho, pero, allá en 1989, cuando las autoridades decidieron ponerle un alto a los IMECAS, no estábamos realmente consientes del mal que nos hacía respirar todo ese aire contaminado (y ni hablar de la escases de espacios verdes en nuestra gran urbe a principios de los 90).
Y ya que el gobierno anda de previsor y, dato que la contaminación no es sólo el monóxido de carbono que expulsan los vehículos de combustión interna, también me gustaría que existiera algún tipo de control para evitar que la contaminación visual u auditiva llegue a causar otro tipo de contingencia.
Por ejemplo, también me lloran mis ojitos con tanto anuncio ilegal en la calle. Llámese vaya, espectacular, pantalla, tótem, etc. Son cientos los muebles ilegales que ensucian nuestra (de por si) contaminadas calles. A eso le sumamos que promueven campañas tan, pero tan malas, que ya no causan pena, sino enojo ajeno. Y ni hablar de todos los letreros de “espacio clausurado”, que no hacen más que evidenciar la ilegalidad en la que se encuentran esos espacios publicitarios, con lo cual hacen de la Ciudad de México la capital de la ilegalidad publicitaria espectacular – ¡qué vergüenza! –.
También a todos esos “panfleteros” que reparten sus volantes y papelitos en diversos cruces y avenidas principales. Si ya de por sí la comunicación con materiales impresos es arcaica, fomenta a la contaminación, pues el target lee el papel y, por lo regular, lo tira. En la vía pública.
Y ni hablar del transporte público concesionado, el cual tiene publicidad hasta dentro del autobús. Si al menos hubiera clientes que aprovecharan esos espacios, pero, al día de hoy, no he visto que ninguna marca esté presente en las “manijas” que cuelgan de los tubos de aluminio dentro de las unidades. Si, son funcionales para el pasajero, pero como medio publicitario, es un recurso que nadie ha sabido aprovechar. Y todo recurso que no es usado, termina por estorbar.
Igual de molestos son esos “genios” de la mercadotecnia que creen que con un par de bocinas, edecanes y un playlist digno de una fiesta de XV años de Tlahuac va a incrementar el tráfico en su punto de venta. Esto aplica tanto en la vía pública como en los centros y plazas comerciales. Los genios detrás de esta estrategia creen firmemente que, entre mayor volumen, mayor será el incremento de impactos que genere su estrategia. Lo que no saben es que parecen bocineros, sin metro y sin discos a $10.
Todos estos casos tienen algo en común: contaminan con algo igual de malo que el monóxido de carbono. Una mala práctica se contagia y se extiende como una infección que nos daña a todos. Y no veo que el GDF les aplique un “no circula” (o que les aplique la ley) a estas empresas a las que les clausuran un sitio, pero abren 5 más.
@FerFamania