Levando anclas: la internacionalización de la empresa familiar

 

Por C.PC. y M.I. José Mario Rizo Rivas

 

“La internacionalización es la estrategia más arriesgada que puede abordar cualquier empresa, aunque es posible con una serie de factores que permitirán que esta aventura más allá de la frontera sea exitosa”.

 

 

En las últimas semanas, los medios de comunicación nos han bombardeado con lo que parecería un sinfín de noticias poco favorecedoras sobre el entorno mundial; conflictos, políticas desfavorables para ciertos grupos de personas, cambios en el panorama económico internacional que influirán en el mercado mexicano… parecería que estuviéramos recibiendo señales de que no es momento para explorar más allá de nuestras fronteras.

Sin embargo, no podemos negar que la globalización de los mercados es una realidad, gracias a los avances tecnológicos, la mejora en la infraestructura transnacional, la liberalización del comercio, y la aceleración del ciclo de vida de los productos. Además, los consumidores de productos y servicios tienen cada vez gustos más similares, por lo que tu empresa familiar podría estar produciendo algo que personas del otro lado del planeta están buscando.

Tienes la ventaja

Las empresas familiares, siendo tan importantes para el desarrollo económico de cualquier país (incluyendo México), pueden ver el cambio en los mercados como una posible oportunidad para expandir sus horizontes, desarrollarse y contribuir aún más con la economía de su comunidad; la internacionalización es la estrategia más compleja y arriesgada que puede abordar cualquier empresa, aunque es posible, simplemente requiere de una serie de factores que permitirán que esta aventura más allá de la frontera sea exitosa.

La empresa familiar implica un deseo por parte de la familia empresaria de crecer para transmitir un mayor legado a las siguientes generaciones; el hecho de que la familia crezca implica que el negocio también debe hacerlo, para que el patrimonio empresarial no se reduzca. La diversificación geográfica de sus mercados es una buena alternativa para lograrlo cuando la empresa ha crecido ya en el mercado local y las oportunidades comienzan a escasear, mientras que nuestros recursos permanecen a tope e incluso son subutilizados.

 

¿Cuentas con lo que se necesita?

Cada empresa cuenta con una serie de recursos y capacidades que puede utilizar al momento de buscar la expansión; en una empresa familiar, éstos van alineados con los valores de la familia, su filosofía e intereses. Cuando tenemos estos recursos en abundancia, la empresa puede diversificarse, junto con otras muchas motivaciones: obtener la ventaja de encontrarse en distintos mercados y adquirir nuevos recursos en ellos; aprender de sus empresas subsidiarias en otros países; el deseo de establecer una alianza global para acceder a más recursos; la experiencia previa en otros mercados por parte de alguno de sus miembros; obtener ventajas competitivas sostenibles en el mercado global; y muchas más. Como vemos, casi todos éstos son recursos intangibles de una empresa (personas, tecnología, organización y relaciones).

Si tu empresa familiar se centra en sus fortalezas (como su experiencia en el negocio, el compromiso, lealtad y convicciones compartidas entre sus miembros, la búsqueda de la calidad, el cuidado de la reputación de tu marca, la satisfacción del cliente y el orgullo familiar) y procura mitigar sus debilidades (como la sucesión del liderazgo, la posible falta de estructura en la separación de roles, el estilo de dirección paternalista y los malentendidos familiares), puede estar incluso más preparada que una empresa no familiar para afrontar el cambio de estrategia que implica explorar nuevos mercados.

Las fortalezas de tu empresa familiar sólo jugarán a su favor si ésta cuenta con una fuerte cultura organizacional; si como fundador ves la dependencia de un directivo externo (en el país que explores) como una pérdida de control de tu empresa, eso podría representar un problema.

Sin embargo, si en tu empresa familiar ya participa la siguiente generación, esto podría ser un incentivo para lograr que se internacionalice, pues los miembros jóvenes desean demostrar su valor e independencia, así como encontrar un “lugar” en la estructura, lo que los hace más abiertos a los cambios.

 

¿Qué podría limitarte?

Existen cuatro aspectos que delimitan la capacidad de internacionalización de una empresa: El grado de compromiso. Debe existir una visión a largo plazo, ¿hacia dónde debe dirigirse tu empresa y qué tan flexible puede ser en el camino?

El ámbito geográfico. ¿Nos moveremos hacia un país limítrofe, o buscaremos mercados más alejados? ¿Quién controlará al personal en esos países?

El proceso de cambio que implica la estrategia. Esta internacionalización implicará contratar personal ajeno a la empresa, ¿estamos capacitados para manejarlo? ¿Seremos capaces de establecer alianzas estratégicas con otras empresas en el extranjero? ¿Haremos algún cambio en nuestros servicios o productos para adaptarlos a nuevos mercados?

El análisis de la estrategia. Si la empresa crece, ¿qué familiares están capacitados para tomar puestos directivos en las nuevas oficinas? ¿Cómo evitar conflictos de interés entre ellos?

Otras preguntas muy válidas y que debemos hacernos antes de aventurarnos en el extranjero tienen que ver con nuestras finanzas y capacidades. ¿Están los miembros de la familia de acuerdo con este cambio, o preferirían permanecer sólo en el mercado local o nacional? ¿Tenemos los recursos financieros suficientes para emprender este cambio? ¿Qué pasa si ninguno de nuestros miembros tiene experiencia internacional? ¿Tenemos buenos sistemas de control y de comunicación? Si la respuesta a varias de estas preguntas es negativa, entonces nos enfrentamos a un problema potencial, en el que tal vez la compañía no esté preparada para afrontar una realidad diferente y podría fracasar, desperdiciando recursos vitales para la supervivencia de la empresa en nuestro país de origen.

 

Dejando que otros participen

Las empresas familiares que cuentan con accionistas externos pueden mejorar sus posibilidades de desarrollar recursos propios, o acceder a los de sus socios (siendo estos recursos de cualquier tipo: capacidad de dirección, tecnología, canales de distribución o conocimientos comerciales, entre muchos otros). Esto implica ahorro de tiempo, dinero y esfuerzos necesarios para capacitar a algún familiar si nadie en la familia tiene la experiencia necesaria para emprender internacionalmente.

Además, si tu empresa da la bienvenida a las alianzas, podrían beneficiarse del intercambio de conocimientos, aprendiendo de los socios y eliminando las trabas políticas a la entrada a otros mercados.

 

Puede ser buen momento

Si has contemplado la posibilidad de que tu empresa familiar se internacionalice, mi principal recomendación sería: ¡prepárala para lograrlo! Profesionalízala, procura que supere sus debilidades, ten una estructura organizacional bien definida, apóyate de los expertos para sanear sus finanzas, procura evitar los conflictos familiares, ábrete al cambio y fomenta la preparación de tus familiares en temas globales, para que sean parte de su estrategia de internacionalización.

En la medida en que vayas conociendo las características de los nuevos mercados, también aprenderás cómo operar en ellos. La internacionalización es un proceso de aprendizaje, y para esto, lo principal es nunca perder nuestra capacidad de adaptación a realidades diferentes de la que estamos acostumbrados a vivir. ¿Posees esas cualidades? Entonces puede ser tiempo de contemplar si tu empresa está lista para saltar al mercado internacional.

 

“La globalización de la economía ha aumentado, si cabe, la importancia de las estrategias de internacionalización para todas las empresas, incluso las familiares”. Profa. Zulima Fernández.

 

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